martes, 12 de agosto de 2008

Latidos.

Lo que más adora Sat de la felicidad es el comportamiento de su corazón ante la misma. Adora levantarse de la cama y ver que su corazón, mediante sus sístoles y sus diástoles, le está dando motivos por los que sonreir. Lo malo es que esta circunstancia se da en contadas ocasiones de la vida. En mayor o menor medida según cada uno se tome la suya propia. Aunque el corazón es un órgano impulsor no siempre tiene ganas de trabajar (como todos) y a veces se vuelve algo vago, por ello hay que transmitirle ganas de latir, pero ganas de latir con fuerza, no latir por latir. A veces, Sat, en su intento de hacer al corazón latir fuerte y enérgico, salta muy alto, o corre una carrera, o sonríe durante un día entero sin cansarse. Pero aún así muchas veces no es posible. A veces necesitamos ver a alguien especial para nosotros, para que ese alguien transmita a nuestro corazón un impulso motor. Es como cuando hay que ponerle las pinzas de un coche a otro, un coche transmite la energía al otro que carece de ella en un determinado momento.
Pero los latidos de alegría verdaderos son inconscientes. Aparecen cuando menos nos los esperamos. Aparecen por casualidad.
Pero aún así, hay que luchar para conseguirlos.

1 comentario:

Calypso dijo...

"por ello hay que transmitirle ganas de latir, pero ganas de latir con fuerza, no latir por latir"

Eso es lo que marca la diferencia entre vivir y sobrevivir ;)